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*Afijo nº 17.907 "Des Chercheurs Avec Passion" o "Los Buscadores con Pasión" categoría: Epagneul Bretón.
Linares-Jaén, España.
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Siguiendo con nuestras premisas de obtener buenos resultados cinegéticos, también buscamos la belleza en nuestras líneas, y para muestra un botón, dos premios a nuestro semental y una hija de mi afijo, ambos con la nota de EXCELENTE MEJOR MACHO Y MEJOR JOVEN, de la feria canina de Atarfe del sábado 25 de Julio, de 2.014.
Descripción:
No hay un perro de muestra más donoso, alegre y divertido en el campo que el epagneul bretón, perro de contextura fuerte y de enorme vitalidad. Cierto que es más lento que el setter o el pointer, pero lo que pierde en velocidad lo gana en técnica y método, y desde luego no es un perro lento, pues recordemos que es el más veloz de los continentales, con una búsqueda amplia y metódica.
Hablar de sus portentosas cualidades cinegéticas puede parecer un tópico, pero ejerce su trabajo sobre la caza menor de pluma y pelo con precisión. La codorniz del estío, la becada invernal o la perdiz más batalladora no tienen secretos para este completo perro que destaca con igual soltura sobre la liebre y el conejo. Caza con energía insólita para su reducido tamaño, batiendo el cazadero con rapidez, la cabeza en alto, pura tensión nerviosa y potencia muscular. Sabe buscar con inteligencia, muy útil para el cazador a mano, y su olfato cumple con creces lo que cualquiera pediría para la codorniz o la perdiz roja.
El 2008 fue un año importante para la raza, ya que se ha cumplido el primer centenario de la redacción de su estándar. Para celebrar tan importante fecha, el Club francés editó un número especial de su revista en formato de libro, muy recomendable para mitómanos y verdaderos apasionados de la raza, por la gran cantidad de documentos y fotografías inéditas que contiene. A mediados del siglo XX, hace ya más de cincuenta años, el club promocionaba la raza con el eslogan “El perro del siglo”. Ahora, cuando se celebraron estos primeros cien años de historia moderna, podemos asegurar que la frase fue un acierto. Si hay un perro de muestra que haya marcado poderosamente la caza de este periodo histórico, ése ha sido el sencillo pero noble epagneul bretón.
Pierre Megnin, veterinario y cinólogo, publicaría en las columnas de la revista ‘L’Eleveur’ numerosas descripciones y comentarios sobre los primeros estándares de perros de todas las razas francesas, incluido el epagneul bretón, que estableció su primer estándar el 3 de septiembre de 1907 y su modificación y aprobación definitiva se produjo el 7 de junio de 1908. Es un periodo histórico muy rico en la cinología francesa. En la revista aparecen artículos colectivos resultado del trabajo conjunto de algunas de las personalidades más significativas del mundo del perro, como Ronan de Kermadec para el epagneul bretón, o James de Coninck sobre el epagneul francés. Kermadec escribió uno de los primeros libros sobre el bretón, editado en París en 1936, y es el autor de las modificaciones del estándar primitivo en 1938. Muy interesante es también el prólogo de Kermadec al libro que en 1937 publicó R. Munsch con el título ‘L'Epagneul Breton - Historique, Charactéristiques, Elevage’.
En estos años el estándar ha sufrido algunas modificaciones, pero siempre de orden secundario, como la alzada y sus máximos. En todas las razas que se estandarizaron a comienzos del pasado siglo se ha hecho necesario modificar este apartado, pues una buena alimentación y los cuidados veterinarios han incrementado el tamaño de todas ellas. Lo mismo ocurre con las personas, y si no fijémonos en la alzada media del español en 1940 y la actual altura de la juventud. El primitivo estándar fijaba una alzada de 56 centímetros, lo que despertó acaloradas controversias con los defensores de un perro de menor talla, quienes aducían que esa alzada era el resultado de los cruzamientos con setter ingleses habidos décadas atrás para darle velocidad. La polémica se mantuvo viva y es fácil encontrar testimonio de ella en ‘L’Eleveur, Revue Cynégétique et Canine’. Las discusiones cesarían cuando en 1938 se optó por una alzada a la cruz de 48-50 centímetros en los machos y un centímetro menos en hembras.
Tampoco el color del manto estuvo en sus inicios alejado de polémicas, pues no eran extraños en la Bretaña los epagneul
negros o hígado con blanco, colores que no gustaban en París. El primitivo estándar de 1907 incluía entre los colores admitidos el negro, pero la Société Centrale Canina -SCC, la canina francesa-
obligó al Club a retirar el color negro. Es posible que el motivo no fuese otro que la falta de autoridad que por entonces tenían los aficionados al bretón, raza muy nueva, frente a otros epagneuls
como el français o el picardie. Los aficionados al epagneul fraçaise, liderados por James de Coninck, que habían establecido su club años antes, en 1896, alegaron que el negro no era un color propio
de los epagneuls. El prestigio de James de Connick era fortísimo y se impuso su voluntad. De hecho, para aceptar oficialmente al bretón como raza, se estableció un comité o comisión científica
presidida por Connick y compuesta, entre otros, por cinólogos como Megnin, Fleury, Hugueto o Truettel, ligados al mundo de los epagneuls, pero sin compromiso con el bretón.
El error de rechazar el color negro se perpetuó hasta 1956, lapso de tiempo en que el epagneul français se convirtió en una raza minoritaria en tanto que el bretón llegaba a ser el perro más popular de los cazadores franceses. Hizo falta la llegada de Gaston Pouchain a la presidencia del club en 1956 para que las cosas cambiasen. Pouchain, que hizo famoso su eslogan “un perro con el máximo de calidad en el mínimo tamaño”, consiguió que la SCC admitiese el color negro en el estándar. El primer bretón campeón de Francia negro fue “Gitane des Bords de L'Isle”, hembra criada por Henri Bousquet.
Como todos los perros galopadores, el bretón debe inscribirse en un cuadrado y así lo recoge el estándar: “La longitud escápulo-isquial es igual a la altura a la cruz (el cuerpo tiene forma de un cuadrado)”. El galopador debe recorrer grandes distancias con buena velocidad. Su estructura física se inscribe en el cuadrado con la finalidad de minimizar el esfuerzo de recogerse sobre el tren posterior en el galope. Podemos decir que entre velocidad y resistencia, el galopador dará siempre prioridad a la velocidad. La inclinación del metacarpo es moderada, como consecuencia de esa prioridad de la velocidad. También pide el estándar una espalda recta y grupa muy levemente inclinada.
El galope es una marcha tremendamente fatigosa, es caminar a saltos. En el bretón encontramos un galope de tres tiempos conocido como galope medio, dos miembros moviéndose separadamente y dos en diagonal, y el galope puro, que se realiza en cuatro tiempos, uno de ellos en suspensión, sin que las extremidades del perro toquen el suelo. Cuando el bretón caza en el campo a todo ritmo el tiempo de suspensión es notablemente prolongado; es el galope volado, aunque generalmente lo veremos desplazarse en un galope medio, con menor consumo de energía y menos cansado, con un tiempo de suspensión menor y un apoyo de las patas traseras y delanteras casi simultáneo. El cruce de las patas traseras y delanteras es menor e incluso inexistente.
El bretón al galopar está inmerso en un proceso de producción y consumo de energía. Las extremidades traseras generan energía empujando al perro hacia el frente y hacia arriba y esa energía es consumida por las extremidades delanteras cuanto tocan tierra. Las extremidades delanteras actúan como amortiguadores, absorbiendo la energía del impulso y reconduciéndola hacia el cuerpo, que se ve proyectado hacia el frente y el perro avanza. El movimiento es diferente en cada raza y por ello se considera un elemento definidor de la tipicidad. El bretón tiene una forma de moverse propia y característica que le define y diferencia de otros perros de muestra